sábado, 28 de marzo de 2009

Antonio, la palabra sin días

El 11 de Junio de 2001 fue un día especial en el Colegio de Alcorisa y, por abrazo emocionado, en Alcorisa. Nos visitaban D. Fernando García Vicente, Justicia de Aragón, y D. Bernardo Bayona, Presidente del Consejo Escolar de Aragón. El motivo, la celebración del XXV aniversario del centro y la imposición del nombre que nos identifica: “El Justicia de Aragón”.

Alcorisa, con su alcalde, D. José Ángel Azuara, a la cabeza se sumó a la fiesta y decidió recorrer una vez más el camino que lleva a sus hijos “a escuela”, un sendero despierto y abierto al final del cual espera siempre el cobijo de las palabras de sus maestros.

Aquel acto fue un canto a la voluntad compartida, escrita con hechos fértiles e ideas soñadas, un mensaje de aliento a quienes siguen el camino aunque éste a veces se muestre agreste, inesperado. En él habló el Sr. Bayona, con quien me reencontraba tras tantos años, pues suyas habían sido las primeras lecciones de Filosofía que recibí a finales de los setenta. Habló y expresó su convencimiento de que nuestra tarea, el universo en que sorteamos el luto de la ignorancia es una sugerente llamada al esfuerzo común.

Las palabras de mi antiguo profesor llegaban hasta mí como quien evoca un viejo aroma, pues durante dos años las había recogido en aquellos apresurados apuntes que tomábamos bajo nuestra agitada juventud. Pero las recibí con tanta más claridad porque a su derecha se sentaba otro de mis maestros, un hombre que esos días preparaba su adiós a la enseñanza y su saludo a la vida abierta y rebosante del descanso bien ganado. Y recuerdo que la tarde era cálida y se prestaba a la ironía cómplice, como cuando le pregunté a nuestro Justicia qué le parecía que un Colegio, cuyo Director se llamaba Antonio Pérez, llevase a partir de ese momento el nombre de la institución que él encarnaba. La risa que suscitó semejante reflexión y la ingeniosa respuesta del Justicia logró que la sonrisa de Antonio, D. Antonio, ensanchase un poco más el horizonte de los afectos entre los presentes.

Como hoy, cuando años después ha decidido cerrar la puerta de la escuela, apagar las luces del cielo y echar un último vistazo al recreo de la vida, esa que nos dio, esa que abandonó cuando aún le esperamos, cuando aún le queremos.

Juan Antonio Pérez-Bello
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